lunes, 22 de diciembre de 2014

Historia del Museo de la Vera Cruz

PARTE II: El Museo Festero

Reproducimos* el anónimo artículo: titulado "El museo del Castillo", publicado en la revista de las Fiestas de Caravaca en honor a la Stma. y Vera Cruz de 1988.

Han transcurrido ya diez años desde que, siendo Hermano Mayor el tristemente desaparecido Pedro Campos Orrico, fuera inaugurado el Museo de Arte Sacro de la Stma. y Vera Cruz en uno de los laterales del Santuario de nuestra venerada Patrona. Algo se había conseguido ya, y en el ambiente quedaba la sensación de estar comenzando una nueva línea de actuación, una nueva filosofía que habría de favorecer una más amplia tarea capaz de conseguir un conjunto museístico que englobara tanto los aspectos artísticos del patrimonio de la Cofradía, como el amplio campo de la fiesta: obras de arte, objetos de valor histórico... y toda la producción artesanal que generan los Bandos, con sus Reyes, Sultanes y Amazonas, Grupos, Cábilas y Peñas, reclamaban una atención especial para su más correcta conservación al tiempo que también aumentaba progresivamente la idea de poder exponer pública y permanentemente tales inapreciables bienes, por constituir libro vivo y palpable de nuestra irrepetible experiencia cultural y festera. Por ello, la mayoría de los hermanos mayores que en estos dos lustros han ostentado dicho cargo, con sus juntas representativas, no han escatimado esfuerzos que posibilitaran lo que, por fin, en vísperas del cercanísimo mes de mayo, espera ser inaugurado: el Museo festero, habiendo alcanzado también los trabajos realizados a dotar de un nuevo emplazamiento a la Sala de Pintura, todo lo cual se sumará a la ya citada Sala de Orfebrería.

En cuanto a su ubicación podemos adelantar que en el salón anejo a la Sala de Cabildos, se podrán contemplar trajes de cábilas moras y grupos cristianos, seleccionados de aquellos que han ido apareciendo en nuestras fiestas desde la renovación de éstas en el año 1959, (cumpliéndose, por lo tanto, este año su 30 aniversario). Para comenzar se está pretendiendo rescatar para su exposición el vestuario más antiguo de cada grupo festero, extremo que se está consiguiendo casi en su plenitud, y ello porque se considera que es el que menos posibilidades tiene de ser contemplado por el público durante los desfiles contemporáneos.

La zona quizá más espectacular del museo será la constituida por la planta primera de este edificio, ya que en ella se ubicará, por una parte, la obra pictórica, de la que es necesario destacar las dos tablas de Hernando de Llanos recientemente restauradas y, en el ala sur, justo encima de la Sala de Cabildos tendrá cabida una selección de trajes de Reyes Cristianos y Sultanes Moros, principalmente.

A partir del presente año, un nuevo estímulo animará a los caballistas en su anual pugna por conseguir esa siempre deseada perfección en el conjunto manto-caballo, ya que, en una sección que estará enclavada entre la Sala de Pintura y la Sala Real -llamada así ésta por contener los trajes de los Reyes-, se conservarán los mantos de los Caballos del Vino que obtengan los tres primeros premios de la especialidad de enjaezamiento-mantos nuevos. De seguro que, lo ideal, habría sido poder reunir ahora todos y cada uno de los mantos que han ido vistiendo, en esta última etapa de perfeccionamiento y progresivo adorno, los Caballos del Vino: ellos nos hablarían por sí solos de la enorme evolución que se ha ido produciendo bajo el impulso de los incansables caballistas, esos artesanos de la imaginación que van plasmando en su casi permanente dedicación y constante ilusión el sentir de un pueblo que se ve identificado con algo que lo sostiene y nutre, que lo representa y une, que hace girar en su derredor actividades de la más diversa índole, que, en definitiva conforma el sentimiento de los caravaqueños: la Stma. Cruz. Las generaciones venideras no podrán contemplar la totalidad de los mantos y trajes que hasta ahora han ido nutriendo la fiesta, porque muchos de ellos ya han desaparecido. Por ello, la etapa que ahora comienza ha de animarnos a mimar escrupulosamente esta nueva obra, digna de la máxima atención y dedicación.

En fin, se puede dar ya por concluida una ambición de muchos años que, con las aportaciones que cada día se puedan hacer para irla completando y mejorando, ya es una realidad.

*Caravaca de la Cruz, Fiestas en Honor de la Stma. y Vera Cruz: Del 1 al 5 de mayo de 1988, p. 46.

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