jueves, 13 de noviembre de 2014

Historia del Museo de la Vera Cruz

PARTE I: Origenes del Museo de Arte Sacro e Historia

Los ornamentos litúrgicos que acompañan los ritos de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca han sido desde tiempo inmemorial tan conservados como expoliados, cual talismanes, por las gentes y generaciones que durante su presencia han rendido culto a la Sagrada Reliquia. No son menos, sin embargo, cuantos han donado ricos ajuares o humildes exvotos por la expurgación de sus pecados y las salvación de sus almas. Papas, reyes, señores y humildes peregrinos clavaron sus rodillas ante la Cruz y con el transitar de los siglos han legado un patrimonio que interesa conservar. Y es que aunque siempre existieron colecciones de artefactos o piezas que al margen de su uso suponían admiración, no fue hasta el último cuarto del siglo pasado cuando surgió de manera organizada un museo dedicado a la Cruz tal y como del que hoy tenemos percepción.

D. José Antonio Melgares Guerrero, Ex-Hermano Mayor y cronista oficial de la R. e I. Cofradía de la Stma. y Vera Cruz, la ciudad de Caravaca y la Región de Murcia afirmaba en el libro publicado en 1981: Historia de Caravaca a través de sus Monumentos, sobre el anteriormente denominado Museo de Arte Sacro e Historia -transcribiendo* literalmente sus palabras- que "fue fundado en 1977 por la Junta Rectora de la Real e Ilustre Cofradía de la Stma. y Vera Cruz que presidía a la sazón el malogrado industrial caravaqueño Pedro Campos Orrico, y regido por un Patronato cuyo esfuerzo y eficacia son notorios, habia dado como resultado dos salas: una dedicada a la orfebrería y otra dedicada a pintura. El montaje museológico de ambas se debe, según sus palabras, a David Bó Baiesy, primer director de la entidad artística.


La Sala de Orfebrería o del tesoro fue inaugurada oficialmente el día primero de mayo de 1978, habiendo sido instalada en el lugar conocido como "sacristía vieja". Albergaba, dispuestas en sus correspondientes vitrinas y conforme a las más modernas técnicas, distintas piezas de orfebrería renacentista y barroca entre las que son dignas de mención el "Arqueta de las cantoneras", de plata, donde otrora se custodiaba la Cruz, y el Portareliquias o custodia de la Patrona. Vinajeras, navetas, incensarios y candelabros del murciano Zadalletti, constituían el conjunto más importante junto a los distintos vasos sagrados del tesoro, todo relacionado con el Culto de Latría tributado a la Cruz. La pieza más moderna que se exhibía era la donada por el Exmo. Sr. Marqués de Alhucemas, el día 3 de Mayo de 1981 (Año Jubilar) y que consiste en un cáliz-ostensorio, pieza de plata repujada del s. XVII. En la misma estancia, la vitrina que guardaba las vestiduras sacerdotales con las que tradicionalmente se admite celebró el sacrificio de la Misa el sacerdote Chirinos el trascendental día de la Aparición. Son telas árabes del s.XIII que constituyen un digno documento de la época. En los muros una colección de óleos sobre cobre, copias de Rubens, cuya conservación es deficiente. La vitrina menor guarda el Libro de Oro de la Cofradía tutora del Santuario.


La Sala de Pintura fue inaugurada oficialmente el 29 de abril de 1979 por el Director General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos del Ministerio de Cultura a quién representó el Delegado Provincial del citado Departamento en Murcia Pedro Andújar Naval. El acto revistió el carácter de acontecimiento, con afluencia masiva de público. Si la Sala de Orfebrería fue posible gracias al celo del malogrado Pedro Campos, la de Pintura debe su existencia al Hermano Mayor Luis Fernando Álvarez Pérez-Miravete, quien durante ese año regía los destinos de la Cofradía. Las colecciones se ubicaron en la denominada "Sala de Cabildos", perfectamente acondicionada al efecto, pudiéndose contemplar las obras renacentistas de Hernando de los Llanos (1521), que formaron parte del primitivo retablo de Sta. María la Real, y que aluden a distintos monumentos del Milagro. El lienzo de "Tobías", obra neoclásica del s. XIX del pintor caravaqueño Rafael Tejeo, pintor de cámara de Fernándo VII e Isabel II, quien durante su viaje a Roma concibió la idea de donar el gran lienzo al Santuario de la Patrona. La obra está firmada en 1827 y representa el momento bíblico en que Tobías está siendo sometido a la curación de su ceguera mediante la aplicación, por su propio hijo, del ungüento fabricado con la hiel del esturión, remedio que le había sido revelado por el propio Dios. El ángel y la esposa, Sara, contemplan la escena; aquel poseído por la certeza del milagro que se va a producir, ésta con la fe propia del creyente. A la izquierda una ventana proporciona la iluminación natural al cuadro, es una copia de un flamenco renacentista. El lienzo, muy deteriorado en la época de la última guerra civil española, fue restaurado por el Estado en el Instituto Central de Restauración de Obras de Arte del Ministerio de Educación y Ciencia, haciéndose entrega del mismo por parte del Comisario Nacional de Museos y Exposiciones Manuel Sánchez Aragoneses, al entonces Hermano Mayor Juán Marín Fuentes, la tarde del 7 de Abril de 1975, tras diez años de permanencia en el citado instituto, habiéndose valorado el trabajo de restauración en 700.000 pesetas. Otras obras dignas de mención son: la "Tentación de San Francisco", posiblemente de Vaccaro, discípulo de Ribera, basado en el "Sueño de Jacob" de la Capilla del Palacio de El Pardo, original del Maestro. También el "Cristo Yacente" de Q. M. Egea, realizado en 1835, copia del original de Domingo Valdivieso, que se conserva en el Museo Provincial de Bellas Artes".

*MELGARES GUERRERO, J. A.: Historia de Caravaca a través de sus Monumentos, Caja de Ahorros Provincial: Obra Cultural, Murcia, 1981, pp. 45-47. 

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