lunes, 5 de enero de 2015

Historia del Museo de la Vera Cruz

PARTE III: El Museo de la Vera Cruz en el Real Alcázar de Caravaca

D. José Antonio Melgares Guerrero, otrora director del Museo de Arte Sacro e Historia escribía en la revista de las Fiestas de Caravaca en honor a la Stma. y Vera Cruz de 1990 el artículo que a continuación se transcribe.

Desde los primeros momentos de la presencia de la reliquia de la Stma. Cruz en Caravaca, peregrinos y devotos de la más diversa condición y procedencia llegaron hasta el Castillo para adorarla y cumplir promesas, hechas a veces en lejanas tierras. Muchos de ellos trajeron presentes y obsequios personalmente y otros los enviaron con emisarios de confianza. El propio rey Fernando "El Católico" vino en 1488 trayendo una lámpara de plata que ofrendó a la Reliquia. Isabel II envió dos artísticos espejos para la iglesia. Nobles como el Duque de Alba, el Marqués de los Vélez y el Marqués de Alhucemas, regalaron el Relicario, la Custodia y el Cáliz-Ostensorio respectivamente. El artista Rafael Tejeo trajo desde Roma el cuadro de "Tobías". Particulares y entidades sin cuento aportaron al ajuar religioso del Santuario de la Patrona: bellos cálices (como el del Regidor Ignacio Antonio de Cuenca y el de Diego Angosto y Jaén); pinturas (como la de Pedro de Perea, de 1681; el P. Cuenca, en 1746; Juan Gutiérrez en 1751; o Tomás Moreno en 1891), y objetos varios (Vía-Crucis de la Caja de Ahorros del Sureste de España, en 1956; grupos luminosos de bronce, de D. Enrique Giménez y Dª María Girón; Carroza Procesional de D. José Abril etc., etc. Todas estas donaciones fueron conservadas con celo por el propio Santuario, exponiéndose en los muros del mismo o guardándose bajo custodia del Concejo, quien exigía hasta hace relativamente pocos años, un riguroso inventario cuando se producía el cambio de capellán, cuya toma de posesión iba acompañada de la hipoteca de bienes muebles de consideración a satisfacción del Ayuntamiento, para responder con los mismos, en caso de pérdida o sustracción de alguno de los bienes patrimoniales pertenecientes al tesoro de la Stma. Cruz.

El proyecto de un museo donde exhibir públicamente, y con las debidas medidas de seguridad y conservación las cada vez más ricas colecciones artísticas existentes en el Castillo, fue una constante que acosó las ilusiones de muchos hermanos mayores, que vieron frustrados sus planes casi siempre por falta de medios económicos con que materializar la idea de un museo de ambiciosa concepción y siempre por encima de las posibilidades de la Cofradía.

Fue en el bienio de 1977-78, cuando el Hermano Mayor Pedro Campos Orrico dio el primer paso. Corto, es cierto, pero firme. En los ultimos años se había hablado y proyectado un complejo museográfico que asustó a las autoridades locales, provinciales y del propio Ministerio de Cultura. Apartándose de aquella macroidea sin futuro, se eligió el lugar más seguro para instalar las colecciones de metales nobles en lo que se convino en denominar "Sala de Orfebrería", en la secular "Sacristía vieja" y bajo la dirección del joven argentino David Bó Baiesy. Con ello se había puesto la primera piedra del Museo.

De manos de Pedro Campos cogió la antorcha luminosa de la Cofradía el Hermano Mayor Luis Fernando Alvarez Pérez-Miravete, en 1979, quien acometió la instalación de la "Sala de Pintura" en la vieja "Sala de Cabildos" del Santuario inaugurada el 29 de Abril de aquel año por el Director General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos a quien representó el Delegado Provincial del Ministerio de Cultura en Murcia, Pedro Andújar Naval. La aportación económica personal del Hermano Mayor y la dirección técnica de David Bó, primer Director del centro, hicieron posible este segundo paso, tan decisivo como el primero para la consecución del Museo que comenzó a denominarse "Museo de Arte Sacro e Historia". Orfebrería y pintura se exhibían ya dignamente a los ojos del visitante. Sólo la sección de "Fiestas" quedaba por montar.

Con motivo de las celebraciones del Año Jubilar de 1981, se logró por parte del Ayuntamiento y Cofradía que presidió Juan Marín Fuentes durante el bienio 1.980-81, un ambicioso proyecto de restauración del conjunto del Claustro, que eliminó la antigua distribución de las salas nobles disponiéndolas en su conjunto para poder ser acondicionadas con posterioridad como lugares de exposición permanente. Fue en esta época cuando se tomó la decisión de desmontar las colecciones de pintura de la Sala de Cabildos, alegándose para ello la considerable oscilación térmica de aquella estancia, orientada al Oeste geográfico, y su perniciosa influencia en la contracción y dilatación de lienzos y tablas, con el consiguiente deterioro de las obras de arte. Era Director del Museo, Gregorio Sánchez Romero.

Las obras de consolidación y acondicionamiento del claustro tuvieron lugar durante el trienio del mandato, como Hermano Mayor, de José Moreno Martos (1983-85), a quien se le debe la puesta a punto del edificio para poder acondicionarlo después. En abril de 1985, las colecciones de pintura se dispusieron en la planta baja del ala norte del claustro, debidamente iluminadas para su visualización por el público visitante.



Una nueva etapa se abrió para el Museo durante el bienio en que sirvió como Hermano Mayor a la Stma. Cruz y a su Cofradía quien suscribe estas líneas (1986-87). La aparición de humedades imprevistas en el invierno de 1986, obligó a un nuevo desplazamiento de las colecciones pictóricas, desmantelándose del lugar en que se dispusieron el 27 de abril del 85. Se inició un proceso de restauración (aún sin concluir), de las seis tablas que comportaron el "Retablo de la Cruz", obra de Hernando de Llanos (o de Bustamante), del S. XVI, por los servicios técnicos del Departamento de Restauración de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma, bajo la dirección de Francisco López Soldevila, y se lograron las necesarias vitrinas de cristal, montado sobre armazón de aluminio, para la conveniente exposición de trajes testeros.



Los años al frente de la Cofradía, como Hermano Mayor, de José Nevado Medina (1987-88), fueron decisivos para la pequeña historia de nuestro museo. El domingo, 24 de abril del 87, tuvo lugar en el Excmo. Ayuntamiento el nombramiento y toma de posesión, como Director del Museo a punto de inaugurarse, del Cronista que suscribe. Y el sábado, 30 del mismo mes, con la presencia del presidente de la Comunidad Autónoma, Consejero de Cultura, Autoridades locales y Junta Representativa de la Cofradía, se inauguró solemnemente el "MUSEO DE LA STMA. Y VERA CRUZ", compuesto por la primitiva "Sala de Orfebrería", "Sala de Armas" en el ala norte de la planta baja; "Sala Real", en el ala oeste de la planta primera; y "Sala de Pintura", contigua a la Real, el "Auditorio", en la Sala de Cabildos, se acondicionó para la doble misión de albergar a los hermanos cofrades en el Cabildo anual ordinario (o cuantos extraordinarios convenga celebrar), y de acoger a los visitantes para que puedan visionar películas de video sobre Caravaca y sus Fiestas. El Museo, por fin, era una realidad.




El Hermano Mayor Andrés López Auguy, sensible a la importancia del Museo como ventana abierta a nuestra historia y a nuestra propia forma de ser, está llevando a cabo una eficaz política de dotación de infraestructura y perfeccionamiento de matices que ya han comenzado a producir frutos notables. Confirmó en la Dirección del Centro Museológico al autor de este texto, y nombró, en calidad de subdirector, a la persona más idónea: Adrián Caparros Fernández, alma y cuerpo actualmente del Museo, a quien se debe la actual configuración ambiental de las salas festeras y el montaje minucioso, cronológico y proporcional de las mismas.

Los miles de visitantes que ya han desfilado por las instalaciones y el eco despertado en los medios de información regional (Tele-Murcia, 2 de junio, 1987; "La Verdad", 26 de abril y 10 de mayo de 1988; "La Opinión", 18 de octubre, 1988; "Esta Región", n. 2 17, abril-mayo, 1989 y Video Comunitario de Caravaca, programa "A Fondo", otoño de 1989), constituyen el mejor respaldo y suponen el reto más importante para su perfecto funcionamiento y progresiva ampliación de cara al futuro.


JOSE ANTONIO MELGARES GUERRERO
Director del Museo 

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